martes, 10 de diciembre de 2024

La evidencia de la ternura

 Encuentro y Gestos

“Un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a comer en su casa. Jesús aceptó y se sentó a la mesa. Una mujer de mala fama, que vivía en aquel pueblo, supo que Jesús estaba comiendo en casa de Simón … y fue a ver a Jesús”, Lc 7:36-37

Nos encontramos en la casa de un fariseo llamado Simón y uno de sus invitados es el Señor. Sorpresivamente llega una mujer de la cual muchos no hablan muy bien y no está en la lista de los invitados. Su presencia no es muy grata, pero Jesús le da mucha importancia. Es una mujer que más que hablar se expresa con gestos concretos y estos resultan bastante incomodos para los presentes. Su conversación está marcada por “las lágrimas”. Ella celebra un encuentro que evidencia la ternura. Ella fue a buscar un frasco de perfume muy fino, luego fue a ver a Jesús y se arrodillo detrás de él. Sus lágrimas caían sobre los pies del Señor y después secó los pies de Jesús con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba. Jesús en principio no le dirige la palabra, pero comienza a hablar de ella a Simón. El Señor fue tocado por todo lo que esta mujer le ofreció con total libertad y espontaneidad.  Son gestos de amor, de ternura, de arrepentimiento y confesión. Es la búsqueda del perdón y de una vida nueva. Jesús una vez más nos sorprende y le dijo a la mujer: «Tus pecados están perdonados.» Los otros invitados comenzaron a preguntarse: «¿Cómo se atreve éste a perdonar pecados?»  Pero Jesús le dijo a la mujer: «Tú confías en mí, y por eso te has salvado. Vete tranquila.». Hoy podemos tener un encuentro con el Señor y encontrar la paz.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

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