viernes, 2 de junio de 2023

Diferencia sin División

Unidad sin uniformidad

“¡Todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!”, Hch 2:11

En Pentecostés Dios le dio su aprobación al pluralismo lingüístico y cultural. Babel fue un monumento al orgullo de un grupo humano, Gn 11:1-9. Utilizaron su unidad lingüística y recursos para dar rienda suelta a su orgullo. Dios los confundió y lo que produjo fue la multiplicidad de lenguas. Lo que Dios produce en Pentecostés es también una multiplicidad de lenguas donde ningún idioma predomino sobre los demás. Un pequeño grupo de gente de cultura y lengua uniforme surge una explosión multilingüe y multicultural por el poder del Espíritu Santo. No debemos entender la unidad como uniformidad. La comunidad de la iglesia debe ser como una danza de vida y amor. ¿Cómo podemos bailar juntos, alrededor, en la danza de la vida y el amor? ¿Cómo aprendemos los pasos de esta danza? Debemos dejar la división, pero no la diferencia; dejar la uniformidad, pero no la diversidad; dejar el individualismo, pero no la distinción y personalidad. Implica que hay diversidad sin uniformidad, diferencia sin división y distinción sin individualismo. Es cuando estamos compenetrados con el otro respetando su personalidad. Hacer espacio para otros, vaciarnos de nosotros mismos y ser humildes. Respetar, dar dignidad y tener una relación cara a cara. El sentido de cooperación, solidaridad y unidad que se basa en el Dios trinitario implica darnos lugar unos a otros. “Cada vez que sentimos que la vida es demasiado complicada o fracturada -muchas piezas para resolver, demasiada diversidad, demasiadas diferencias, nuestro Dios nos recuerda que construyó la unidad y la diversidad en el propio diseño de la vida. Podemos confiar en la unidad, y debemos saborear la diversidad. Esa es nuestra única esperanza de llevarnos bien en nuestras comunidades. Él es un Dios de paz y no un Dios en pedazos." Nuestro desafío como iglesia es que seamos uno y alcancemos la perfección en la unidad para que el mundo crea, Jn 17:20-21

Carlos Scott


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