miércoles, 19 de noviembre de 2025

Discípulos que hacen historia y cambian la historia. Saben decir ¡SI!

Un modelo a seguir

La iglesia de Antioquía jugó un papel importantísimo en la vida de la iglesia universal. Un grupo de personas anónimas, huyendo de la persecución, sin mayores recursos y planes, compartieron el evangelio con todos. Se atrevieron hacer cosas diferentes, «Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor» Hch 11:21.


Cada seguidor de Jesucristo es llamado a participar y a ejercer el sacerdocio universal de los creyentes. La misión tiene lugar por doquier. Impulsados por la fe, los seguidores de Jescuristo cruzan la frontera entre los que creen y los que no creen, y del otro lado de esa frontera dan testimonio de su fe. Dado que Dios es un Dios misionero, el pueblo de Dios es un pueblo misionero. El Espíritu ha sido derramado sobre todo el pueblo de Dios, no sólo sobre unas personas seleccionadas. La comunidad de fe es la portadora primaria de la misión

Antioquia fue una iglesia que traspasó barreras sociales Hch 11:19-20, reconstruía vidas rotas Hch 11:21-24, busco la participación de otros Hch 11:25-26, cubría necesidades físicas y espirituales Hch 11:27-30, tenía un liderazgo compartido formando un equipo pastoral Hch 13:1, estuvieron dispuestos a extender los límites del reino de Dios hasta lo último de la tierra Hch 13:2-3 y resolvieron conflictos doctrinales, Hch 15:1-35. Antioquía tenía que ver con ser una iglesia abierta para la evangelización del mundo.


La iglesia que vive en misión es una iglesia que se reconoce como enviada al mundo. Es una iglesia que busca el propósito de Dios. Es saber escuchar la voz del Espíritu Santo trabajando en equipo. Es clave la oración y la relación unos con otros.


Somos llamados a vivir una fe trinitaria, una fe relacional; una vida de relación con Dios y con nuestro prójimo; se da prioridad al ser antes que al hacer. “Escuchar la palabra de Dios y escucharnos los unos a los otros van juntos; sólo podemos tener lo primero si estamos igualmente preparados para tener lo segundo”. Si queremos que la gente venga al conocimiento de Jesucristo, la iglesia en nuestros días debe avanzar en la unidad, el amor y el servicio.

La iglesia de Antioquia nos muestra un ministerio compartido y no individual. En la iglesia de Antioquia había disposición para escuchar y separar para la obra del ministerio los siervos que el Espíritu Santo indicaba. Como siervos, entendemos que cuando nos involucramos en la misión, estamos compartiendo la misión del Dios misionero y no proyectos personales. Estamos al servicio de la Missio Dei. Y nuestra misión es compartir la suya. Escuchamos, descubrimos y obedecemos la voz del Señor enviando a sus siervos al trabajo al que los ha llamado. Es el modelo a seguir.


Carlos Scott

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