miércoles, 13 de noviembre de 2024

¡Ya no te queremos en nuestra ...!

 Hay una verdad que es libre, ...

“Entonces le contestaron: —Ahora resulta que tú, siendo pecador desde que naciste, nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!”, Jn 9:34

Cuando la verdad oficial se siente amenazada sale a protegerse. Hay personas y grupos que ya tienen escrita la verdad en sus papeles. Se han apropiado de aquello que no les pertenece, lo han confiscado y lo administran según sus antojos. Se quiere ejercer una especie de monopolio y su poder se afirma sobre su saber. No hay lugar para toda persona que se atreva a contar un hecho diferente y una experiencia que obligue a revisar sus posiciones. Es aquí donde se ejerce el desprecio, hay manipulación y se trata de presentar la única verdad oficial. Si alguno pretende abrir los ojos se convierte en sospechoso, peligroso y es expulsado. Si no estás de acuerdo con nosotros, te colocas contra Dios, debes ser considerado un pecador. Ellos creen ver mejor que los demás, porque tienen la manera de deformar la realidad. Si alguien se afirma en ver la realidad como es, será un visionario, un idealista, un iluso, pero no puede ser uno de los nuestros. Puede ser considerado un subversivo porque no comparte los prejuicios, las fórmulas puestas en circulación, rechaza el conformismo y pone en discusión posiciones y privilegios adquiridos. Su pecado es pensar porque usa su cabeza y lo hace para amar porque ha recibido la vista. El ver puede ser considerada la enfermedad más temible que implica aislarla o confinarla. Hay una verdad que es libre, simple, transparente, no oficial y no controlada. El ciego sanado es el símbolo de la soledad de la fe, excluido por la casta, rechazado con desprecio, discriminado y excluido, pero se encuentra con Jesucristo que le sale al paso cuando todos lo han rechazado. Son estos momentos donde debemos afirmarnos en el Señor y decir “Señor Jesús, creo en ti.”. Es aquí donde nos ponemos de rodillas porque nos hemos encontrado con la máxima expresión de libertad. Ahora solo lo vemos a Él. Jesús nos dice: “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.”, Jn 10:9

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 12 de noviembre de 2024

  Reinterpretar la vida

“Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.”, Jn 9:29

Cuando avanzamos en la lectura de esta historia las nuevas preguntas que surgen son ¿Sera Jesús el pecador? ¿Serán los religiosos? Las autoridades dijeron “Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador.” “Jesús les contestó: —Si ustedes reconocieran que no ven tanto como creen, Dios no los culparía por sus pecados. Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados.” Jesús vuelve a reinterpretar la vida y no debe haber motivos para rechazar y marginar a las personas. Tenemos una oportunidad y una razón para rescatarlas. El ridículo llega al extremo cuando se usa una ley sin misericordia. No se puede justificar la indiferencia frente al sufrimiento humano. Es sencillo y muy cruel escondernos en un legalismo que está marcado en que la “culpa es de ellos y no de nosotros” porque es un problema de ellos con Dios. ¡Pobre Dios¡ ¿Dónde lo hemos confinado? La perspectiva de Jesús es diferente “Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar.” Jesús nos invita cuando nos dice “tenemos que llevar a cabo la obra”. Nos incluye y nos da la oportunidad de participar mientras sea de día. El día tiene que ver con aprovechar el presente que nos toca porque no durara para siempre. “Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan. No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que sea el Espíritu Santo quien los llene y los controle.”, Ef 5:16-18

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 10 de noviembre de 2024

A muchos el milagro no les dice nada

 Dejarse cuestionar    

"Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: —Júranos por Dios que nos vas a decir la verdad. Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador. Él les contestó: —Yo no sé si es pecador. ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!”, Jn 9:24-25

Cuando leemos este relato en el evangelio lo primero que descubrimos es que el problema no es el ciego. Son los demás. Jesús sana al ciego, pero la dificultad está en que no se consigue abrir los ojos en aquellos que dicen que “ven” y continúan obstinados en mantenerlos cerrados. A muchos el milagro no les dice nada. El relato se abre con un solo ciego, pero concluye en que hay otros ciegos que son incurables. Jesús no puede “hacer un milagro” con los que pretenden ver cerrando los ojos a la luz. Son personas que terminan siendo responsables y causantes de su propia ceguera. Se trata de los ciegos voluntarios, que tienen la suposición y jactancia de iluminar, pero lo único que logran es cegar a los demás. Dios desea comenzar un proceso en nuestras vidas que nos lleva progresivamente a la fe y sanidad. Hay personas que no se dejan cuestionar como fue lo que les ocurrió a estas autoridades. Cuando las teorías son puestas en discusión, contestadas por los hechos, suele haber personas que confunden la verdad con su propio juicio. Y si los acontecimientos les desmienten, le echan la culpa a los mismos. Ante un mundo ciego Jesús afirma “Yo soy la luz del mundo” “Si decimos que somos amigos de Dios y, al mismo tiempo, vivimos pecando, entonces resultamos ser unos mentirosos que no obedecen a Dios.  Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús”, 1Jn 1:6-7

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

sábado, 9 de noviembre de 2024

¿Cómo hacer para que desaparezca una persona?

 Gobernar con el miedo

“Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, … ”, Jn 9:24-34

¿Cómo hacer para que desaparezca una persona? Ante el testimonio del ciego las autoridades no lograron que el milagro desaparezca y por segunda vez lo vuelven a llamar: “Júralo por Dios. A nosotros nos consta que ese hombre (Jesús) es pecador”. Por otro lado, los padres no quisieron solidarizarse con su hijo, pero tampoco podían negar que había nacido ciego. Por lo tanto, las autoridades renovaron su ataque al hombre sanado. Querían doblarle el brazo de alguna manera hasta desacreditar al autor del milagro. Una y otra vez estos religiosos muestran que no les interesa la dignidad de la persona, la verdad y el respeto. Están dispuestos a humillar y avergonzar a todo aquel que no siga sus “reglas y tradición”. El ciego afirmo su testimonio: “Si es pecador no lo sé. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo”. Frustrados otra vez, los fariseos insistieron que el hombre volviera a relatar lo sucedido. Su respuesta fue: “Ya les dije y no me hicieron caso, ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también ustedes quieren hacerse sus discípulos? La situación puso a las autoridades a la defensiva, su respuesta fue despectiva y lo insultaron: ¡Discípulo de ése serás tú! Nuevamente el hombre les responde con ironía, pero con certeza: “¡Allí esta lo sorprendente!, que ustedes no sepan de donde salió, y que a mí me haya abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad... Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada”. El relato termina expresando la máxima crueldad por parte de los religiosos: “Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo Expulsaron”. “No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno... En cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.”, Mt 10:28-31

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 8 de noviembre de 2024

La amenaza oficial

 Miedo y conveniencia

“—¿Es éste su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? Los padres respondieron: —De que éste es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda. Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo. Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.”, Jn 9:20-23

Nos encontramos con unos padres que deciden abandonar la defensa de su hijo ante la presión y las amenazas oficiales que había en ese tiempo. Los padres en cierto sentido intentaron lo mismo que las autoridades. No negaron la ceguera de su hijo. Hicieron algo peor: lo abandonaron ante la amenaza oficial. En vez de apoyar o ser solidarios con su hijo lo dejaron solo. En vez de estar alegres por su sanidad actuaron en base al miedo y la conveniencia. Defender a su hijo implicaba ponerse al lado de su testimonio y quizás sufrir las consecuencias. Los padres debían decidir entre acomodarse con la estructura religiosa y sus reglamentos o bien defender a su hijo. El miedo que tenían era porque los religiosos ya habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo aquel que reconociera que Jesús era el Cristo. Parece veraz el hecho que los padres fueron capaces de dejarlo mendigar en la calle, por lo tanto, serían capaces de abandonarlo frente a una amenaza oficial. La respuesta de ellos fue “Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad”. “No hay peor astilla que la del mismo palo”. Hay determinados momentos en la vida que se nos llama a decidir donde esta nuestra fidelidad, confianza y lealtad. “Si ustedes les dicen a otros que son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre, que en verdad lo son.  Pero si ustedes le dicen a la gente que no son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre que no lo son.”, Mt 10:32-33

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 5 de noviembre de 2024

Un gusto especial por la misericordia

 Polémicas

“Entonces llamaron a los padres del joven y les preguntaron: —¿Es éste su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver”, Jn 9:18-23

La curación del ciego presento una serie de problemas, conflictos y polémicas. Represento un incidente desagradable para las autoridades y muchos más. Este caso fue una complicación donde la presencia del ciego fue molesta e incluso intolerable. Se diría que a todos les iban mejor las cosas en la medida que esta persona siga ciega y mendiga. Los religiosos llaman a los padres del imputado. Sus padres temen la expulsión de la sinagoga y la censura social. “Los padres respondieron: —De que éste es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda. Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo. Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías”. En definitiva, sus padres se alejan de su hijo. Solamente lo reconocen en la medida que este ciego, pero declinan toda responsabilidad por el milagro ocurrido. Para las autoridades era mejor que este joven no se expusiera a tener relación con Jesús, que se guarde su problema y se acostumbre a vivir con su discapacidad. Para Jesús este joven necesita amor, aceptación y sanidad. Jesús sana, libera y da vida. Jesús prefiere el bien de la persona antes que la reglamentación, el legalismo y determinados códigos. No se deja guiar por la institución y sus estatutos en la declaración jurídica del día sábado. Nuestro Dios tiene un gusto especial por la misericordia. “Jesús volvió a hablarle a la gente: —Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo. Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida.”, Jn 8:12

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Asuntos inconvenientes

 ¡Usted nunca ha estado aquí!

“Pero los jefes judíos no creían que ese joven hubiera sido ciego y que ahora pudiera ver.”, Jn 9:18-23

La reacción de las autoridades ante el testimonio muy positivo a favor de Jesús hizo que llamaran a los padres del hombre sanado para indagarlos. Es aquí donde chocan con varios problemas. Primero tenían inconvenientes con Jesús y luego tratan de invalidar el testimonio del hombre curado. Es decir, en vez de corregir sus criterios frente a la realidad, querían “corregir” la realidad sobre la base de sus criterios. ¡Aquí, no pasó nada! ¡Esto no existe! El tema de fondo es que no se trata de un interés real por encontrar la verdad, sino por preservar el statu quo, el poder, la posición, no perder el control, preservar la jerarquía y tradición. Se trata de disimular, desfigurar y hacer otra historia que no es real. Es hacer desaparecer asuntos inconvenientes para buscar una paz barata. Es ignorar y no confrontar datos que nos cuestionan o nos revelan quienes somos. “Hay que borrar los hechos inconvenientes”. Este tema de los religiosos en ese tiempo no es algo ajeno a nosotros. Somos llamados a reconocer nuestras realidades que nos pueden alejar de Jesús. Se nos desafía a vivir en integridad y una verdadera espiritualidad. “Quiero darles un consejo a los líderes de la iglesia… Mi consejo es el siguiente: Cuiden ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas pertenecen a Dios. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir, que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero. No traten a los que Dios les encargó como si ustedes fueran sus amos; más bien, procuren ser un ejemplo para ellos. Así, cuando regrese Cristo, que es el Pastor principal, ustedes recibirán un maravilloso premio que durará para siempre.”, I P 5:1-4

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox