viernes, 29 de noviembre de 2024

¿Por qué nació ciego?

 Indignación

“Jesús les contestó: —Si ustedes reconocieran que no ven tanto como piensan, Dios no los culparía por sus pecados.”, Jn 9:41

El relato bíblico nos describe a un joven ciego que parece llevar una especie de condena social. Padece de una grave enfermedad desde su nacimiento. Su presencia es incomoda y molesta. Sus ojos despiertan la curiosidad sobre el origen de su enfermedad ¿Por qué nació ciego? Hay personas que suelen unir la enfermedad y la culpa. Jesús lo declara inocente a él y a sus padres. Cuando el mal y la enfermedad se hacen presentes no están tanto para que lo expliquemos sino para derrotarlo. Los discípulos asumen una postura fatalista ante el ciego y se resignan ante las desgracias de los demás. Todo queda reducido al pedir una explicación y no imaginan que esa situación puede ser vencida. El ciego no tiene solución para muchos, piensan que algo habrá hecho para estar en esa situación y no hay salida. Jesús no comparte el fatalismo y el diagnóstico que lamentablemente suelen darles a las personas enfermas y discapacitadas. Para Jesús la fe no es principio de resignación, sino de indignación. La indignación es un enojo vehemente. Se manifiesta cuando algo provoca enojo o irritación. Jesús nos vuelve a decir “Cuando vayan, anuncien este mensaje: “Ya está por llegar el reino de Dios”. “Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente. ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!", Mt 10:7-8.  Dios nos llama a no aceptar como normal lo que es anormal. Nos levantamos en oración. “Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá.  Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.”. Mt 7:7-8

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”

 Fe creciente

“Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: —¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?", Jn 9:35-40

La luz de Jesús iluminó al ciego integralmente. El resultado fue una identificación con Jesús a tal punto que pudo expresar su falta de temor ante la amenaza de esos religiosos y su expulsión final. En el ciego vemos una fe creciente en la relación con Jesús, pero esto provocó el rechazo de las autoridades. Lo que funcionó para producir la salvación en uno, produjo la separación de otros. Mientras que este hombre iba abriéndose progresivamente a Jesús, los religiosos se cerraron. El gran error de ellos no estaba en ser ciegos. El problema fue que, siendo ciegos, pretendían ver. Esa pretensión los llevo a rechazar una nueva visión de Jesús. “No hay peor ciego que el que no quiere ver” ¿En qué proceso nos encontramos en el seguimiento de Jesús? ¿Qué pasos debería seguir dando para tener una fe creciente y una nueva visión de Jesús?  ¿Qué nuevos desafíos y cuestionamientos presenta Jesús a la vida de la iglesia? 

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 25 de noviembre de 2024

Dejarse cuestionar

 Abrir los ojos

“Entonces Jesús dijo: —Yo he venido a este mundo para hacer justicia, para que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos.”, Jn 9:35-40

Jesús al curar y sanar en los sábados estaba mostrando que la ley había sido superada y cuestionaba la base de la identidad de estos religiosos al refugiarse en Moisés. La única posibilidad para ellos era experimentar un nuevo nacimiento en la manera que fue desafiado Nicodemo, Jn 3:1-8. La actitud de las autoridades sirvió para abrirle más los ojos al que una vez fue ciego. Los fariseos en su afán de desacreditar a Jesús se desacreditaron a sí mismo. El hombre “laico” se hizo cada vez más firme y se atrevió a recordarles algunos principios teológicos al “clero”. La veracidad del hombre al confesar a Jesús y su insistencia en decir solo la verdad hizo que estas autoridades se cerraran más y más. La comprensión del pecado para ellos implicaba descartar a otros seres humanos o buscar una justificación para dejarlos de lado. No tenían que dejarse cuestionar por las obras de Jesús y el testimonio del ciego porque sencillamente ellos eran unos pecadores. Usaron la categoría del pecado para deshumanizar a otros y justificar su rechazo a ellos. ¿En qué situaciones solemos deshumanizar a las personas? ¿En qué hechos o circunstancias avergonzamos a la gente y no defendemos su dignidad? ¿Estamos abiertos a revisar nuestros modelos y examinar, evaluar y cambiar nuestra manera de hacer las cosas? ¿Nuestra identidad está basada en alguna estructura religiosa, reglamentos, estatutos o “etiquetas”? ¿Qué nuevo nacimiento necesitamos?

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

lunes, 18 de noviembre de 2024

Creer y seguir creyendo

 Procesos

“Y postrándose, lo adoró.”, Jn 9:35-38

El evangelio de Juan nos sigue confrontando con la transformación de un ciego y su proceso de crecimiento. Creer implica “procesos” y Dios nos invita a “creer y seguir creyendo”. Este hombre avanzo en el proceso de confesar a Jesús y el texto de Juan nos anima cuando dice: “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres… Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”, Jn 8:31-32,36. “Creer en Jesús” no es un solo acto o evento. Al contrario, es todo un proceso dinámico como fue el que experimento este ciego. En este sentido, uno puede tener una fe parcial y creciente o lamentablemente menguante. Frente a los desafíos que nos plantea Jesús, la reacción negativa nunca deja de ser una posibilidad real en este evangelio. Como discípulos de Jesús necesitamos profundizar nuestra entrega, Jn 21:15-22. La fe es un proceso dinámico en la que Jesús nos desafía una y otra vez a seguir creyendo. Cada desafío, cada cuestionamiento, es en realidad, la invitación a dar un paso adelante en el proceso del discipulado.   

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox
 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Diferentes percepciones

 Descubrimiento

“Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó: —¿Crees en el Hijo del hombre?  El joven le respondió: —Señor, dígame usted quién es, para que yo crea en él. Jesús le dijo: —Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo. Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo: —Señor Jesús, creo en ti.”, Jn 9:35-38

Solemos encontramos con diferentes percepciones de Jesús. Esta el Jesús de los intelectuales, el de los revolucionarios, el de los ricos, los pobres, el del poder para sostener la última ideología, el de los moralistas, el de derecha y el de izquierda y también existe “mi” Jesús. "—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.”, Mt 16:15-16. Hay un momento en la vida que debemos dejar que el Señor nos haga la misma pregunta que le hizo a sus discípulos. ¿Quién soy para ti? ¿Yo soy lo único que necesitas para tu vida o hay otro? Se trata de encontrarnos cara a cara con él. El Señor nos dice una vez más “Yo Soy, hablo contigo y es todo lo que necesita mi pueblo y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán”. Cuando nos sentimos presionados por una determinada mentalidad y los del clan pretenden administrarte la vida es el momento del encuentro decisivo y transformante con el Señor. Cuando te faltan los apoyos y respaldos es el momento de ponerse a caminar. Esto mismo le paso al ciego. Dios sana nuestra ceguera para dirigir la mirada en otra dirección. Cuando reconocemos que necesitamos ver, es el Señor que nos regala la posibilidad de nacer, de salir a la luz. Este es el momento donde nos ponemos de rodillas y podemos expresar “—Señor Jesús, creo en ti.”. “Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias.  Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!”, Sal103:3-5

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

miércoles, 13 de noviembre de 2024

¡Ya no te queremos en nuestra ...!

 Hay una verdad que es libre, ...

“Entonces le contestaron: —Ahora resulta que tú, siendo pecador desde que naciste, nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!”, Jn 9:34

Cuando la verdad oficial se siente amenazada sale a protegerse. Hay personas y grupos que ya tienen escrita la verdad en sus papeles. Se han apropiado de aquello que no les pertenece, lo han confiscado y lo administran según sus antojos. Se quiere ejercer una especie de monopolio y su poder se afirma sobre su saber. No hay lugar para toda persona que se atreva a contar un hecho diferente y una experiencia que obligue a revisar sus posiciones. Es aquí donde se ejerce el desprecio, hay manipulación y se trata de presentar la única verdad oficial. Si alguno pretende abrir los ojos se convierte en sospechoso, peligroso y es expulsado. Si no estás de acuerdo con nosotros, te colocas contra Dios, debes ser considerado un pecador. Ellos creen ver mejor que los demás, porque tienen la manera de deformar la realidad. Si alguien se afirma en ver la realidad como es, será un visionario, un idealista, un iluso, pero no puede ser uno de los nuestros. Puede ser considerado un subversivo porque no comparte los prejuicios, las fórmulas puestas en circulación, rechaza el conformismo y pone en discusión posiciones y privilegios adquiridos. Su pecado es pensar porque usa su cabeza y lo hace para amar porque ha recibido la vista. El ver puede ser considerada la enfermedad más temible que implica aislarla o confinarla. Hay una verdad que es libre, simple, transparente, no oficial y no controlada. El ciego sanado es el símbolo de la soledad de la fe, excluido por la casta, rechazado con desprecio, discriminado y excluido, pero se encuentra con Jesucristo que le sale al paso cuando todos lo han rechazado. Son estos momentos donde debemos afirmarnos en el Señor y decir “Señor Jesús, creo en ti.”. Es aquí donde nos ponemos de rodillas porque nos hemos encontrado con la máxima expresión de libertad. Ahora solo lo vemos a Él. Jesús nos dice: “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.”, Jn 10:9

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 12 de noviembre de 2024

  Reinterpretar la vida

“Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.”, Jn 9:29

Cuando avanzamos en la lectura de esta historia las nuevas preguntas que surgen son ¿Sera Jesús el pecador? ¿Serán los religiosos? Las autoridades dijeron “Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador.” “Jesús les contestó: —Si ustedes reconocieran que no ven tanto como creen, Dios no los culparía por sus pecados. Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados.” Jesús vuelve a reinterpretar la vida y no debe haber motivos para rechazar y marginar a las personas. Tenemos una oportunidad y una razón para rescatarlas. El ridículo llega al extremo cuando se usa una ley sin misericordia. No se puede justificar la indiferencia frente al sufrimiento humano. Es sencillo y muy cruel escondernos en un legalismo que está marcado en que la “culpa es de ellos y no de nosotros” porque es un problema de ellos con Dios. ¡Pobre Dios¡ ¿Dónde lo hemos confinado? La perspectiva de Jesús es diferente “Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar.” Jesús nos invita cuando nos dice “tenemos que llevar a cabo la obra”. Nos incluye y nos da la oportunidad de participar mientras sea de día. El día tiene que ver con aprovechar el presente que nos toca porque no durara para siempre. “Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan. No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que sea el Espíritu Santo quien los llene y los controle.”, Ef 5:16-18

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

domingo, 10 de noviembre de 2024

A muchos el milagro no les dice nada

 Dejarse cuestionar    

"Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: —Júranos por Dios que nos vas a decir la verdad. Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador. Él les contestó: —Yo no sé si es pecador. ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!”, Jn 9:24-25

Cuando leemos este relato en el evangelio lo primero que descubrimos es que el problema no es el ciego. Son los demás. Jesús sana al ciego, pero la dificultad está en que no se consigue abrir los ojos en aquellos que dicen que “ven” y continúan obstinados en mantenerlos cerrados. A muchos el milagro no les dice nada. El relato se abre con un solo ciego, pero concluye en que hay otros ciegos que son incurables. Jesús no puede “hacer un milagro” con los que pretenden ver cerrando los ojos a la luz. Son personas que terminan siendo responsables y causantes de su propia ceguera. Se trata de los ciegos voluntarios, que tienen la suposición y jactancia de iluminar, pero lo único que logran es cegar a los demás. Dios desea comenzar un proceso en nuestras vidas que nos lleva progresivamente a la fe y sanidad. Hay personas que no se dejan cuestionar como fue lo que les ocurrió a estas autoridades. Cuando las teorías son puestas en discusión, contestadas por los hechos, suele haber personas que confunden la verdad con su propio juicio. Y si los acontecimientos les desmienten, le echan la culpa a los mismos. Ante un mundo ciego Jesús afirma “Yo soy la luz del mundo” “Si decimos que somos amigos de Dios y, al mismo tiempo, vivimos pecando, entonces resultamos ser unos mentirosos que no obedecen a Dios.  Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús”, 1Jn 1:6-7

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

sábado, 9 de noviembre de 2024

¿Cómo hacer para que desaparezca una persona?

 Gobernar con el miedo

“Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, … ”, Jn 9:24-34

¿Cómo hacer para que desaparezca una persona? Ante el testimonio del ciego las autoridades no lograron que el milagro desaparezca y por segunda vez lo vuelven a llamar: “Júralo por Dios. A nosotros nos consta que ese hombre (Jesús) es pecador”. Por otro lado, los padres no quisieron solidarizarse con su hijo, pero tampoco podían negar que había nacido ciego. Por lo tanto, las autoridades renovaron su ataque al hombre sanado. Querían doblarle el brazo de alguna manera hasta desacreditar al autor del milagro. Una y otra vez estos religiosos muestran que no les interesa la dignidad de la persona, la verdad y el respeto. Están dispuestos a humillar y avergonzar a todo aquel que no siga sus “reglas y tradición”. El ciego afirmo su testimonio: “Si es pecador no lo sé. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo”. Frustrados otra vez, los fariseos insistieron que el hombre volviera a relatar lo sucedido. Su respuesta fue: “Ya les dije y no me hicieron caso, ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también ustedes quieren hacerse sus discípulos? La situación puso a las autoridades a la defensiva, su respuesta fue despectiva y lo insultaron: ¡Discípulo de ése serás tú! Nuevamente el hombre les responde con ironía, pero con certeza: “¡Allí esta lo sorprendente!, que ustedes no sepan de donde salió, y que a mí me haya abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad... Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada”. El relato termina expresando la máxima crueldad por parte de los religiosos: “Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo Expulsaron”. “No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno... En cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.”, Mt 10:28-31

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

viernes, 8 de noviembre de 2024

La amenaza oficial

 Miedo y conveniencia

“—¿Es éste su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? Los padres respondieron: —De que éste es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda. Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo. Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.”, Jn 9:20-23

Nos encontramos con unos padres que deciden abandonar la defensa de su hijo ante la presión y las amenazas oficiales que había en ese tiempo. Los padres en cierto sentido intentaron lo mismo que las autoridades. No negaron la ceguera de su hijo. Hicieron algo peor: lo abandonaron ante la amenaza oficial. En vez de apoyar o ser solidarios con su hijo lo dejaron solo. En vez de estar alegres por su sanidad actuaron en base al miedo y la conveniencia. Defender a su hijo implicaba ponerse al lado de su testimonio y quizás sufrir las consecuencias. Los padres debían decidir entre acomodarse con la estructura religiosa y sus reglamentos o bien defender a su hijo. El miedo que tenían era porque los religiosos ya habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo aquel que reconociera que Jesús era el Cristo. Parece veraz el hecho que los padres fueron capaces de dejarlo mendigar en la calle, por lo tanto, serían capaces de abandonarlo frente a una amenaza oficial. La respuesta de ellos fue “Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad”. “No hay peor astilla que la del mismo palo”. Hay determinados momentos en la vida que se nos llama a decidir donde esta nuestra fidelidad, confianza y lealtad. “Si ustedes les dicen a otros que son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre, que en verdad lo son.  Pero si ustedes le dicen a la gente que no son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre que no lo son.”, Mt 10:32-33

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

martes, 5 de noviembre de 2024

Un gusto especial por la misericordia

 Polémicas

“Entonces llamaron a los padres del joven y les preguntaron: —¿Es éste su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver”, Jn 9:18-23

La curación del ciego presento una serie de problemas, conflictos y polémicas. Represento un incidente desagradable para las autoridades y muchos más. Este caso fue una complicación donde la presencia del ciego fue molesta e incluso intolerable. Se diría que a todos les iban mejor las cosas en la medida que esta persona siga ciega y mendiga. Los religiosos llaman a los padres del imputado. Sus padres temen la expulsión de la sinagoga y la censura social. “Los padres respondieron: —De que éste es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda. Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo. Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías”. En definitiva, sus padres se alejan de su hijo. Solamente lo reconocen en la medida que este ciego, pero declinan toda responsabilidad por el milagro ocurrido. Para las autoridades era mejor que este joven no se expusiera a tener relación con Jesús, que se guarde su problema y se acostumbre a vivir con su discapacidad. Para Jesús este joven necesita amor, aceptación y sanidad. Jesús sana, libera y da vida. Jesús prefiere el bien de la persona antes que la reglamentación, el legalismo y determinados códigos. No se deja guiar por la institución y sus estatutos en la declaración jurídica del día sábado. Nuestro Dios tiene un gusto especial por la misericordia. “Jesús volvió a hablarle a la gente: —Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo. Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida.”, Jn 8:12

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Asuntos inconvenientes

 ¡Usted nunca ha estado aquí!

“Pero los jefes judíos no creían que ese joven hubiera sido ciego y que ahora pudiera ver.”, Jn 9:18-23

La reacción de las autoridades ante el testimonio muy positivo a favor de Jesús hizo que llamaran a los padres del hombre sanado para indagarlos. Es aquí donde chocan con varios problemas. Primero tenían inconvenientes con Jesús y luego tratan de invalidar el testimonio del hombre curado. Es decir, en vez de corregir sus criterios frente a la realidad, querían “corregir” la realidad sobre la base de sus criterios. ¡Aquí, no pasó nada! ¡Esto no existe! El tema de fondo es que no se trata de un interés real por encontrar la verdad, sino por preservar el statu quo, el poder, la posición, no perder el control, preservar la jerarquía y tradición. Se trata de disimular, desfigurar y hacer otra historia que no es real. Es hacer desaparecer asuntos inconvenientes para buscar una paz barata. Es ignorar y no confrontar datos que nos cuestionan o nos revelan quienes somos. “Hay que borrar los hechos inconvenientes”. Este tema de los religiosos en ese tiempo no es algo ajeno a nosotros. Somos llamados a reconocer nuestras realidades que nos pueden alejar de Jesús. Se nos desafía a vivir en integridad y una verdadera espiritualidad. “Quiero darles un consejo a los líderes de la iglesia… Mi consejo es el siguiente: Cuiden ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas pertenecen a Dios. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir, que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero. No traten a los que Dios les encargó como si ustedes fueran sus amos; más bien, procuren ser un ejemplo para ellos. Así, cuando regrese Cristo, que es el Pastor principal, ustedes recibirán un maravilloso premio que durará para siempre.”, I P 5:1-4

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox