martes, 1 de abril de 2008

Una mirada de Esperanza hacia el Futuro


Una mirada de Esperanza hacia el Futuro
“El futuro de los justos es halagüeño”
Proverbios 10:28

Nuestro futuro afecta nuestro presente cuando lo vemos con fe, esperanza y amor.
La esperanza del reino de Dios presente y futuro nos levanta con animo y con un gran desafio que tenemos por delante. Los hechos del Espiritu Santo donde el principal protagonista es Dios mismo nos proyecta con valor y firmeza. Estamos escribiendo un nuevo capitulo de la historia porque los hechos del Espiritu no han terminado. Es la hora en la cual "iniciamos un proceso de transformación de la iglesia". Es hora de volver a la Palabra y de revisar lo que la Biblia dice acerca de la razón del paso de la iglesia sobre la faz de la tierra.

Primero, debemos profundizar nuestro entendimiento de una misionología integral. La misión abarca la proclamación verbal del evangelio como la responsabilidad social. Se debe integrar la comunicación verbal del evangelio y la comunicación en obra / acción del evangelio. La misión de la iglesia es indivisible (palabra y obra).

En Segundo lugar, debemos enfatizar que la iglesia es misionera porque Dios es un Dios misionero. Nuestras metas, motivos, estrategias, métodos, etc. deben estar conformadas a la misión y naturaleza de Dios. Debemos evaluar como estamos siguiendo ese camino.

En Tercer lugar, debemos revisar nuestra visión de Cristo. Muchos han tomado la visión de Cristo como un “conquistador” relacionándolo indirectamente como una “cruzada”. ¿Qué significa esto cuando compartimos el evangelio? ¿Cómo va a responder un musulmán si le presentamos a un Cristo así?.

En Cuarto lugar, debemos desarrollar un entendimiento del pluralismo. Debemos enfatizar la unicidad y la universalidad de Cristo. Debemos dar la razón por la esperanza que tenemos en Cristo y no en Mahoma, ni Buda ni ninguna otra entidad espiritual. Debemos decir que Jesús es el Señor y el único Señor, pero teniendo razones contundentes para decirlo.

En Quinto lugar, debemos formar “comunidades eclesiales” que reflejen el espíritu de reconciliación, amor y perdón. No somos llamados a formar esquemas empresariales basados en criterios de utilitarismo, mercantilismo y números. Debemos producir un equilibrio entre el “pueblo de la iglesia” (metidos en los programas internos) y la “iglesia del pueblo” (que vive los valores del Reino de Dios en medio del quehacer nacional y las naciones). Estamos mas preocupados en que la gente este en los programas de la iglesia y no en que tenga un testimonio eficaz en su campo de labor diario. La Iglesia deberá afirmar que todo aspecto de la vida nacional es un campo de acción legitima para el servicio cristiano.

En Séxto lugar, debemos pensar en el tema del Reino de Dios. Debemos volver a examinar este concepto y tener una iglesia que vive la realidad del reino comprometida con su extensión. Con la llegada de Jesucristo, el Reino de Dios se hizo presente entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. El Reino está en conflicto constante con el poder de las tinieblas; la lucha ocurre en las regiones celestiales y se expresa en todo lo creado a nivel personal, colectivo y estructural. Sin embargo, la comunidad del Reino vive sostenida por la confianza de que la victoria ya ha sido conquistada y que el Reino de Dios se manifestará plenamente al final de los tiempos. Con el poder y la autoridad delegados por Dios, ella asume su misión en este conflicto, para ser agente en la redención de todo lo creado.

En Septimo lugar, necesitamos revisar que significa ser discípulo incondicional de Jesucristo. Debemos volver al evangelio donde el centro es Jesucristo. No hay cristianismo sin Cristo y sin Cruz. El discipulado responsable e incondicional a Jesucristo es la clave. Negarnos a nosotros mismos: “Ser lo que Dios quiere que sea; hacer lo que Dios quiere que haga e ir donde Dios quiere que vaya”. No quedar atrapado en un concepto hedonista donde la gente privilegia llegar a fin de mes antes que ir al cielo. Las respuestas "hedonistas" no son "transformadoras" y la respuesta a la superficialidad es ejercer un discipulado obediente a Jesucristo. La gran multiplicación, números y porcentajes no son sinónimos de "transformación". No debemos sacrificar las demandas del evangelio en el altar de los números. La negación a nosotros mismos, conocer a Jesucristo y ser semejantes en su muerte es poder transformador (Filipenses 3:10). La iglesia necesita una transformación en su llamado, transformación en su compromiso, la revisión de su propósito y volver a las cosas sencillas que dieron origen a la iglesia.

En Octavo lugar, debemos encarnar el mensaje, la funcionalidad con principios bíblicos y enseñar el poder del amor y no el amor al poder. Las iglesias no deben vivir la lucha miserable por el poder. La realidad indica que las personas escuchan con sus ojos y piensan con sus sentimientos, por lo tanto la proclamación y la encarnación del mensaje deben ser inseparables. Ser y hacer como Jesucristo. El ejercicio del liderazgo en la vida de las iglesias locales deberá estar marcado por el modelo del siervo sufriente y mostrar un contraste con el caudillismo y otras deformaciones causadas por el abuso del poder. Somos llamados a desarrollar el modelo del siervo según Filipenses 2. El Rey Jesucristo se ha encarnado y llama a su comunidad a hacer lo mismo en el mundo. Seguirle como sus discípulos significa asumir su vida y misión.

En Noveno lugar, debemos crecer en el trabajo de cooperación como “un solo cuerpo” en función de la misión. Desde su principio el Señor nos ha desafiado al trabajo en equipo. La misión puede ser el principio material de nuestra unidad. La cooperación en la tarea práctica de la misión es el primer paso hacia una unidad más profunda. Crecer en el testimonio basado en la “unidad en Cristo”. Llamar a participar en la misión de Dios. Crecer en la relacion Sur-Sur, Sur-Norte. Hay millones de personas que no han tenido el derecho humano de escuchar una presentación clara del evangelio. Toda la Iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. Este cumplimiento demanda el cruce de fronteras geográficas, culturales, sociales, lingüísticas y espirituales, con todas sus con­secuencias.

Finalmente en Decimo lugar debemos avanzar hacia un entendimiento del Espíritu Santo y la misión. La Iglesia es llamada a vivir según la justicia del Reino, en el poder del Espíritu. La afirmación de que toda la Iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu Santo.

La Iglesia debe asumir plenamente y sin tardanza su responsabilidad en la evangelización mundial. La estructura de toda la educación teológica debe ser revisada a la cruz del imperativo misionero. El avance misionero siempre ha surgido de la vitalidad espiritual en momen­tos de renovación. Para ser misionera la Iglesia debe renovar su dependencia del Espíritu y entregarse a la oración.

Deseamos continuar enfatizando cada uno de los puntos citados, la realidad del Reino de Dios, el de la iglesia y la naturaleza eclesial de la misión. La oración seguirá siendo prioridad para alcanzar a mas de 2000 millones de personas que no han escuchado de Jesucristo.
Queremos una Iglesia diferente que transforma la sociedad local hasta lo último de la tierra. Trabajemos en cooperación con “todo el cuerpo de Cristo”, “Juntos en acción misionera”, “Unidos en Jesucristo para que el mundo crea”.

Carlos Scott

Pensando en el movimiento iberoamericano y las iglesias

Reflexiones sobre nuestra Misionologia

Muchos definen que el único objetivo histórico de la misión es la evangelización como aquello que “trae a los no creyentes a la fe salvifica en Cristo y a la membresía en su iglesia”, y luego, a su vez, “los envía a encontrar a otros”.

Aparentemente el propósito de la Misión queda reducida en compartir la fe y llevar a otros al conocimiento de Cristo en cuanto a “Salvar almas”. Nada tiene que ver otros aspectos de la Misión en el campo social, político, educativo, económico, etc. El ser cristiano se entiende exclusivamente en categorías religiosas y culticas. Esto significa el conocimiento de practicas, credos, observancia del Domingo, membresía, asistencia, la frecuencia de los cultos, el apoyo a la Iglesia, etc.

Hemos tenido mucho éxito: “logramos retirar a los cristianos del mundo”. Con mas de 80.000.000 de creyentes en Latinoamérica parece que no pudimos pernear la sociedad con los valores del Reino de Dios.

Para otros la misión significa equipar a la Iglesia con miras a su participación en el mundo en la forma de programas, acciones misceláneas y en proyectos de ayuda al desarrollo. El énfasis en la evangelización es muy limitado.

Debemos afirmarnos en que tanto la evangelización como la acción social son componentes de la misión. La evangelización y la acción social no son componentes o partes separadas de la misión, sino más bien dimensiones de la misión única e indivisible de la Iglesia: “La visión, la acción y la reflexión misionera de la iglesia deben fundamentarse en el evangelio que, cuando es comprendido en su integridad, se proclama en palabra y obra y se dirige a todo el ser Humano hasta lo ultimo de la tierra”.

“Si vamos a entender el Evangelio y la misión de la Iglesia conforme a todas las Escrituras, de Génesis hasta Apocalipsis, lo tendremos que entender clara y enfáticamente como “bendición a las naciones”. Bendición espiritual, por fe en la muerte de Cristo, claro que sí. Bendición personal, al conocer a Cristo individualmente, claro que sí. Pero también bendición física y material, en el claro sentido hebreo de “bendición”. Y bendición también a las naciones como naciones, como se describe en la revelación bíblica.”

Por lo tanto hablar de Misión es hablar de un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y que esta dirigido a todo ser humano y considera toda la realidad de la persona: lo físico, lo moral, lo espiritual, lo intelectual, lo social o lo político.

“La Iglesia en América Latina debe asumir plenamente y sin tardanza su responsabilidad en la misión mundial." Si leemos la Gran Comisión de Mateo junto con la de Juan entenderemos y haremos nuestro a Lucas 4:18-19 bajo una perspectiva nueva y eso a nuestra Misión.

Parte de nuestra tarea misionológica en este tiempo será investigar críticamente las presuposiciones, motivos, estructuras, métodos, pautas de cooperación y liderazgo que las iglesias han desarrollado en cumplimiento de este mandato.

En la medida que maduremos como iglesia nos transformaremos en agente de cambio. Cuando tocamos las realidades e intereses de determinados sectores por presentar “Todo el Evangelio” nos enfrentaremos con el real “costo de ser discípulos”. Solo cuando nuestras creencias cambian realidades humanas comenzara una lucha de Poder contra Poder.

“La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia. En su encarnación, Jesús se identifico con la humanidad pecadora, se solidarizo con ella en sus aspiraciones, angustias y debilidades y la dignifico como criatura hecha a imagen de Dios.

La Iglesia esta llamada a encarar su misión al estilo de Jesús.” Nuestro Paradigma se debe formar estudiando el texto y el contexto. Algunas misionologias ignoran el texto, otras ignoran el contexto. La tendencia parece estar dada por un mensaje que debemos predicar (aclaro que debe seguir siendo prioritario) pero nuestro contexto debe hacernos reaccionar y reflexionar. ¿Estamos produciendo un dialogo con toda la revelación de Dios para la Misión?.

La correcta misionologia ha de interpretar el texto (todo el texto de la Palabra de Dios) y el contexto. Contexto que surge de nuestra realidad Latinoamericana, que forma un nuevo paradigma. Este contexto tiene que ver en donde vivimos; que por supuesto no es el primer mundo. Un contexto que nos hace reflexionar, que nos ayuda a entender mas claramente como debemos hacer la misión cuando vamos a los pueblos de acceso restringido.

Espero finalmente que no caigamos en lo que muchas veces ha dicho Jhon Stott: “La acción sin reflexión es fanatismo en acción pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción.” Dios llama a todos los creyentes a participar y comprometerse en su misión. Si el estudio no lleva a la participación, sea en casa o en ultramar, la misionologia habrá perdido su vocación y razón de ser.

Hoy Latinoamérica necesita nuestro aporte que no pasa por la lucha del poder, el discurso, la dialéctica, el reclamo, proclamar lo importante que somos como iglesia o personas, mostrar nuestros logros, etc. Hoy lo que necesitamos es andar en buenas obras y volvernos “pequeños”, “humillarnos” como niños (Mateo 18:1-4). Debemos reconocer nuestra pequeñez, ignorancia e incapacidad.

Volvamos a tomar el “mensaje que es digno de confianza” y como le dice Pablo a Tito “quiero que lo recalques, para que los han creído en Dios se empeñen en hacer buenas obras. Esto es excelente y provechoso para todos” (Tito 3:9).

“Ayuda en todo lo que puedas al... {misionero biocupacional} y al {misionero tradicional}, de modo que no les falte nada para su viaje ...{a las naciones}. Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil” (Tito 3:13-14).

Carlos Scott

http://www.globalmissionscott.blogspot.com/


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