Caminar hacia el centro
“Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.”, Jn 17:20-22El texto de Juan 17 presenta el modelo de la unidad sobre la base del amor trinitario. El Señor ruega al Padre “que sean uno, así como nosotros somos uno”, Jn 17:22 y abre una nueva perspectiva a nuestra mente, donde sugiere que seamos semejantes a la unión entre las Personas divinas de la trinidad. Sugiere la unidad en la verdad y el amor. Se nos llama a ser una comunidad trinitaria que es abierta e invita. Nos desafía a cerrar las grietas en la iglesia y en la sociedad. La fe y amor trinitario es mutuamente sacrificial donde cada persona renuncia a sí misma para encontrarse realizándose en las otras. La oración de Jesús fue oída por el Padre, así que, en Cristo y en la perspectiva de Dios, ya somos uno. El cuerpo de Cristo desde su perspectiva es indivisible. “Nuestro pasado puede ser denominacional, pero nuestro futuro es ecuménico. Nuestro gran desafío es como convivir en la diversidad”. Ser una comunidad trinitaria implica que hay diversidad sin uniformidad, diferencia sin división y distinción sin individualismo. La comunidad de la iglesia debe ser como una danza de vida y amor. Debemos dejar la división, pero no la diferencia; dejar la uniformidad, pero no la diversidad; dejar el individualismo, pero no la distinción y personalidad. La comunidad implica danzar alrededor, danzar en torno e intercambiar lugares. Es cuando estamos compenetrados con el otro respetando su personalidad. Hacer espacio para otros, vaciarnos de nosotros mismos y ser humildes. Respetar, dar dignidad y tener una relación cara a cara.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox