martes, 1 de abril de 2008

Dios y la Obra Misionera


Cuando hablamos de Dios y la obra misionera es indispensable entender que la Misión no es nuestra y no pertenece a ningún proyecto privado. Estamos hablando de la misión de Dios.

La Misión de Dios
Durante los siglos anteriores se entendió a la misión en una variedad de formas. Se la interpreta como salvar a los individuos de la condenación eterna, otros la entendían en términos culturales, como introducir a las personas del Oriente o del Sur a las bendiciones y privilegios del Occidente cristiano. Muchas veces se la percibe en categorías eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia o de una denominación específica. A veces se la define con referencia a la historia de la salvación, como el proceso por el cual el mundo, de manera evolutiva o por un evento cataclísmico, se transformaría en el Reino de Dios.

Karl Barth se convirtió en uno de los primeros teólogos en articular la misión en términos de una actividad de Dios mismo. Entendió la misión como algo derivado de la misma naturaleza de Dios. Esto la colocó en el contexto de la doctrina de la Trinidad, no de la eclesiología o la soteriología. La doctrina clásica sobre la missio Dei (misión de Dios) como Dios Padre enviando al Hijo, y Dios Padre y el Hijo enviando al Espíritu Santo se amplió para incluir un «movimiento» más: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo enviando a la Iglesia al mundo. La misión es de Dios y el énfasis en la cruz impide cualquier posibilidad de comodidad misionera. La misión es un atributo de Dios. Dios es un Dios misionero. Se concibe la misión, entonces, como un movimiento de Dios hacia el mundo; se concibe a la Iglesia como un instrumento para esa misión. Existe la Iglesia porque existe la misión, y no al revés. La Iglesia es misionera por su misma naturaleza porque «tiene su origen en la misión del Hijo y del Espíritu Santo». Participar de la misión es participar en el movimiento del amor de Dios hacia las personas, porque Dios es fuente de un amor que envía.

«La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo»[1]. En su misión, la Iglesia testifica la plenitud de la promesa del Reino de Dios y participa en la continua lucha de este Reino contra los poderes de la oscuridad y el mal.

El término missio Dei nos ayuda para articular la convicción de que ni la Iglesia ni ningún otro agente humano pueden considerarse como el autor o portador de la misión. La misión es primera y finalmente la obra del Dios trino, Creador, Redentor y Santificador, por causa del mundo; un ministerio en el cual la Iglesia tiene el privilegio de participar. La misión nace en el corazón de Dios. Dios es una fuente de un amor que envía. Este es el sentido más profundo de la misión. Es imposible penetrar más allá; existe la misión sencillamente porque Dios ama a las personas.

Por lo tanto nos acercarnos a definir a la «Misión de Dios (missio Dei) cuando el pueblo de Dios cruza intencionalmente barreras de iglesia a no iglesia, de fe a no fe, para proclamar por palabra y acción el advenimiento del reino de Dios en Jesucristo, a través de la participación de la iglesia en la misión de Dios de reconciliar a las personas con Dios, consigo mismas, unas con otras, y con el mundo, y reunirlas en la iglesia a través del arrepentimiento y la fe en Jesucristo por la obra del Espíritu Santo con miras a la transformación del mundo como una señal de la venida del reino en Jesucristo» (Chuck Van Engen).[2]

La Obra Misionera en relación a la Misión de Dios

El Antiguo Testamento fue la Escritura de los primeros apóstoles. Es el trasfondo de la mayoría de los conceptos y doctrinas de los escritores del Nuevo Testamento que definía la vida de la iglesia del primer siglo, es decir la misión. El mensaje del Antiguo Testamento es misionero en sí. El hilo que corre a lo largo del Antiguo Testamento es el deseo de Dios de salvar todas las naciones. La misión es el elemento que une y da sentido a los 39 libros. El mensaje del Antiguo Testamento esta referido a la misión transcultural, integral y profética.

En el Pentateuco, vemos el propósito original de Dios para la humanidad, es decir el ideal: Génesis 1 y 2 que fue universal e integral. Luego la caída, la entrada del pecado y sus efectos (Génesis 3-11) de alcance universal e integral. Finalmente vemos la propuesta de Dios en la misión de Israel (la solución) que fue universal, integral y profética.

GENESIS 12.1-3
El Señor le dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré;
Haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familia de la tierra!”

En Génesis 12.1-3 encontramos el principio de la respuesta que Dios va a dar al contexto de pecado. Va a hacer un pacto, establecer una relación, con un hombre y su familia de entre todas las naciones. Primero lo separa del resto de la comunidad humana (Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, v.1) le promete una tierra (v.1), le promete reestablecer una relación de bendición, de protección, de confianza y de obediencia (v.2), le promete una nueva comunidad (una nación grande, v.2). Básicamente Dios está prometiendo a Abram todo lo que el ser humano había perdido en la caída. En este sentido Israel se convierte en un paradigma, un microcosmos del mundo. Lo que no se había logrado con toda la humanidad, Dios lo estaba estableciendo con un hombre y su familia. Dios enfatiza el horizonte universal, dice que por medio de Abram todas las familias de la tierra serán bendecidas. Orlando Costas describe la elección de Israel como "un llamamiento al servicio de las naciones."[3] El particularismo de la elección tiene el propósito universal en la bendición.


Israel y los Profetas
El problema de Israel es que no cumplió con su misión de ser ejemplo para las naciones. Pensaba que su elección fue un privilegio, que Dios era Su Dios y no el Dios de todo el mundo, que podían vivir en cualquier forma y todavía ganar la aprobación de Dios, que la religión externa era suficiente para agradarlo. Aquí entra el elemento profético en la vida de Israel.

Es muy importante entender que la base del ministerio profético en el Antiguo Testamento descansa en el pacto y especialmente en la renovación del pacto encontrada en Deuteronomio. La voz profética es “volvamos al desierto”. Volvamos a depender de nuestro Dios, reconocerlo, Dios uno es, somos reino de sacerdotes y nación santa a las naciones. Deuteronomio contiene las bendiciones y las maldiciones del pacto (Caps. 27-28). “Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el SEÑOR te pondrá por encima de todas las naciones” (28.1). Con la obediencia vienen las bendiciones. Estar “por encima de todas las naciones” es un concepto misionero (Ex 19.5). Es ser un especial tesoro para bendecid a las naciones. “Pero debes saber si no obedeces al SEÑOR tu Dios ni cumples fielmente todos los mandamientos y preceptos que hoy te ordeno, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones” (28.15).

El deseo del Señor es que todas las naciones lo conozcan. Israel debía ser el modelo, pero fracasó (una fuerza centrípeta y centrífuga). Dios envía a sus Profetas para que Israel vuelva al pacto, a la ley y que anuncien lo que iba a pasar si no obedecían. El horizonte final es bendecid a todas las naciones y sepan que el Señor es Dios. El horizonte de la misión es sumamente transcultural, es decir que tiene que ver con la salvación y la bendición a todas las naciones.

· Reflexión

La misión es transcultural (universal) e integral. La misión integral sin ser universal se convierte en localismo. Nos ocupamos de la gente cercana pero no de la gente lejana. Es etnocentrismo y egoísmo. En el otro lado, la misión universal sin ser integral se convierte en proselitismo. Corremos el riesgo de ocuparnos únicamente del aspecto religioso, personal, interno, pero sin ocuparnos de todos aspectos de la vida humana de la gente. En el Antiguo Testamento, la misión se extiende a todos los aspectos de la vida y a todas las naciones.

La Misión de Dios y la obra misionera en el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es un documento misionero, escrito en el fuego de la misión de los primeros creyentes. Se observa la relación entre el pueblo de Dios y su misión.
El Nuevo Testamento no da una definición unida de la misión sino que hay varios paradigmas misionológicos que dan diferentes perspectivas de la misión.
En los cuatro evangelios los autotes bajo la guía del Espíritu Santo, están dando su perspectiva sobre el evangelio y la misión. Cada "evangelio" es una presentación contextualizada haciendo el mensaje relevante en su situación particular. Son diferentes facetas de un prisma. Cuando la luz se pone de un lado, muestra un aspecto y cuando se pone de otro lado se ve otro aspecto.

Resumiendo podemos decir:
a. El Pueblo de Dios es el INSTRUMENTO del amor universal de Dios para todas las gentes, por ejemplo, Nicodemo: Jn 3; La misión mesiánica de Jesús: Lc 4:18-19; (Paralelos: Isa. 35:4-8; 61:1; Heb. 1:9; Sal. 45:7; Mat. 11:1-6, Juan el Bautista; Sal. 145:14ss; Lc 1:46-55; I Sam. 2:1-10; Mat. 25:31ss; Hechos 2:42-47.)
b. Las comisiones se basan sobre la misión universal de Dios en la historia de la revelación divina: Mat. 10:5-15; 28:18-20; Mr. 16:15-16; Lc. 46-49 – Hechos 1:8; Jn 15:12-17 – 21:15-17
c. Pablo entiende la misión universal de Dios de tal forma que él es “deudor” a todo ser humano: Rom. 1:14; el “misterio del Evangelio”, Ef. 2:11-3:21
d. El Pueblo de Dios es una SEÑAL del amor universal de Dios para todas las naciones. – Isa. 11:12; 49:22; 62:10; Mt. 5; Jn 3:14,15; 12:32; Rom. 1:14.
e. La Cristología exaltada de Ef. 1, Col. 1, y Fil. 2.
f. La Iglesia como el Cuerpo de Cristo es la presencia física de Jesús en este mundo – para la bendición y la transformación del mundo. Rom. 12; I Cor. 12; Ef. 4; I Ped. 2 y 4.
g. La Iglesia está en camino hacia la Nueva Jerusalén, desde un jardín hacia una ciudad. Hechos 2, 6; Ef. 2:11-22; Fil. 2:10-11; Col. 1: 13-23; Apoc. 21

¿Porqué participar en la misión de Dios?
· Porque Dios es un Dios de AMOR / la misión es de Dios/ el propósito es de Dios.
· Porque es LO QUE SOMOS – somos elegidos para servir, somos el instrumento de Dios para la bendición de las naciones.
· Porque nos encontramos a nosotros mismos en cuánto participemos como instrumentos del amor de Dios para todas las naciones.
· Porque somos especialmente escogidos para participar en la misión de Dios.

Conclusiones

La Biblia entera muestra el plan de Dios de reconciliar el hombre consigo y esparcir su gloria a todas las naciones. La Iglesia es el instrumento de Dios para llevar a cabo su plan. La misión de Dios es un atributo de Dios mismo que se expresa en su accionar por redimir a la humanidad e invita a su iglesia a participar.

“La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia. En su encarnación, Jesús se identifico con la humanidad pecadora, se solidarizo con ella en sus aspiraciones, angustias y debilidades y la dignificó como criatura hecha a imagen de Dios. La Iglesia esta llamada a encarnar su misión al estilo de Jesús.”

Debemos anhelar y desear que la iglesia de Jesucristo sea plantada en todas las etnias como expresión y anticipo del Reino de Dios; pero el Reino de Dios es mucho más que la iglesia, por lo tanto su entendimiento misional debe abarcar todos los aspectos de la vida.

Hay un Reino y hay un Rey que quiere ser Señor. “Jesucristo es el Señor” y su deseo es que los ciegos vean, los tristes tengan gozo, los paralíticos caminen, los que no tienen ropa y alimento lo tengan, que se practique la justicia y el amor como señal del reino (Lucas 4: 18-19 y Mateo 9:35-36).

Espero finalmente que no caigamos en lo que muchas veces ha dicho Jhon Stott: “La acción sin reflexión es fanatismo en acción pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción.” Dios llama a todos los creyentes a participar y comprometerse en su misión.

Licenciado Carlos Scott
Presidente COMIBAM Internacional
http://www.comibam.org/

[1]Schmitz, Josef, 1971: Die Weltzuwendung Gottes: Thesen zu einer
Theologie der Mission. Imba-Verlag,Friburgo-B.
[2]Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispano-Americano De La Misión. Casilla, Argentina : COMIBAM Internacional, 1997
[3] Orlando Costas, Hacia una teología de la evangelización (Buenos Aires: La Aurora, 1973, p.21).
Viaje a República Democratica del Congo
Usted puede ver los contenidos en:
Otras fotos en :

No hay comentarios: